En la vida hubiera confeccionado este dulce si no fuese porque tenemos un membrillo en el jardín que da muchos frutos, más de lo que pueden soportar las pobres ramas.
Primero se ponen unos 6 ó 7 membrillos lavados en la olla expres cubiertos con agua y se dejan media hora cociendo, primero a fuego fuerte y luego flojo. Saldrán así:
Los membrillos cocidos enteros. El caldo lo tengo guardado en el congelador para hacer jalea de membrillo.
Una vez enfriados, se pelan, se les quita la parte de las pipas y se pesan. Se pone un 70% de su peso en azúcar. (Por ejemplo, si pesan un kilo, se pone 700 gramos de azúcar.) Los menos golosos pueden poner un 50 o un 60%, es cuestión de gustos.
Se trituran juntos, la fruta con el azúcar. Quedará así:
Membrillos cocidos triturados junto con el azúcar
Se ponen de nuevo en la olla, esta vez sin tapar, y se mantienen 1/2 hora o un poco más a fuego medio dando vueltas casi constantemente con una cuchara de madera.
Se echa la crema en unos moldes y se deja enfriar. A mí me ha faltado un poco de tiempo de cocción y por eso se me ha quedado cremoso. Creo que hay que seguir dando vueltas hasta que se despegue del fondo de la olla, pero no lo hice así. También hay otra versión que dice que, una vez en los moldes, hay que dejar estos al aire que se vayan secando durante unos días, lo que tampoco hice.
Así es como me ha quedado, pero no me arrepiento porque está riquísimo:
Ha quedado cremoso, por eso lo llamo crema de membrillo.
En vez de cortarlo, se unta sobre las galletas o las tostadas. Con un trozo de queso fresco, pura delicia.
Ah! Una cosa más: como no nos vamos a comer tanto membrillo de golpe, he tapado los cuencos con un film y los he guardado en el congelador. No se congela, debido a la gran cantidad de azúcar que contiene, pero se conserva mucho tiempo. Suelo hacer lo mismo con las mermeladas, así nunca tengo que tirar nada. Se saca, se utiliza lo que se necesite y se vuelve a guardar en el congelador.